El derecho adquirido

Al analizar varios meses (casi años) nuestro comportamiento (el de los argentinos), lamentablemente descrubrí algo muy interesante.

El título de esta nota iba a ser 'Motivos para no dejar subir primero a una mujer al colectivo' o 'Motivos para no darle el asiento a una mujer embarazada', pero como generalmente la gente no le gusta este tipo de terminologías, lo resumí con 'el derecho adquirido'.

Seguramente ya te habrás consado de leer, y ¡ya! querrás cerrar la venta, pero te sugiero que no lo hagas, ¿qué es el derecho adquirido?...

Capítulo uno:
Una mañana común y corriente. Me levantó a las 07.18 y comienzo la rutina o casi ceremonia productiva antes de partir. Me tomé el tren desde la plaza once hasta Liniers, una vez descendido de la unidad debo caminar escasos metros hasta la paráda del colectivo de la linea 8 (ocho). Me ubiqué en la posición número 20, como en esa misma parada se detienen tres líneas distintas de colectivo no me preocupé ya que la mayor cantidad de gente siempre sube en las demás lineas y muy pocas subimos al ocho buscando el paisaje de mataderos.

Mientras esperaba, saqué de mi mochila el libro que había cerrado momentos antes de bajar del tren.
De repente siento un pequeño golpecito en mi espalda, como siempre tengo cosas de valor en mi mochila, siempre, siempre, siempre me la cuelgo sobre el peño. O sea, que este pequeño golpecito en mi espalda no me hizo creer que me estaban habriendo la mochila. No le dí importancia y seguí leyendo con ansias.

Los minutos hacían mover las manecillas del reloj de manera veloz. Mientras que otro golpecito interrumpió la conexión de mi mente con mi libro. Por el reflejo de un colectivo que estaba estacionado ví quién me estaba golepeando. Sólo alcancé a ver el cabello largo de una mujer, no le dí importancia.

De repente levanto mi vista y veo el colectivo tan deseado el 8 (ocho) a unas pocas cuadras viniendo a nuestra búsqueda. Esta vez el golpe de la espalda ya pasó a un empujón en mi cadera, lo que sentí era que lo que me había impactado era algo tierno, blando. A esta altura yo ya había perdido todo interés por la historia que estaba relanto el escritor de mi libro. Como soy muy temperamental no quise darme vuelta. El colectivo que yo esperaba se encontraba detenido en un semáforo, de repente la luz verde le dijo al chofer que debía continuar.

Y ahora sí ya no había dudas: ¡estaba siendo golpeado por una mujer! ya que recibí un topetazo...Como usaba anteojos de sol tenía la posibilidad de ver de reojo sin que nadie se enteré donde estaba yo depositando mi vista. Quería ver que le pasaba a esa mujer, quería saber que problema tenía, hasta que me doy vuelta muy despacio, casi como buscando algo muy concentrado en el suelo, cuando alcanzo a ver claramente a la mujer que me había estando golpeando sin cesar, veo que esta mujer de apariencia muy ...[Continuará...]